Bush buscaba la firma de un procurador inconsciente

A principios del año 2004, una minuciosa investigación del Departamento de Justicia en colaboración con el FBI concluyó que el programa de espionaje doméstico iniciado por Bush y Cheney era ilegal y que por lo tanto no podía continuar a menos que fuera modificado de manera substancial para estar en conformidad con la ley.

Gonzales Ashcroft

En ese entonces, la autorización para continuar el espionaje tenía que ser renovada cada 45 días por el Procurador General John Ashcroft quien debía garantizar que el programa reunía los requisitos legales para llevarlo a cabo.

Sin embargo Ashcroft y su segundo al mando, James Comey, estaban preocupados por la posible ilegalidad del espionaje doméstico…

..y después de varias discusiones con otros asesores legales del Departamento de Justicia y del FBI habían decidido no autorizar su renovación.

En marzo del 2004 Ashcroft cayó gravemente enfermo y tuvo que ser hospitalizado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital local en donde permaneció por algunas semanas.

El Procurador General delegó entonces toda su autoridad a Comey como lo estipula la ley.

Con la fecha de vencimiento de la autorización del espionaje doméstico acercándose rápidamente la Casa Blanca llamó a Comey para pedirle que renovara la autorización. Comey se negó a hacerlo basándose en los resultados de la investigación del Departamento y en la decisión a la que habían llegado de acuerdo con Ashcroft.

Frustrados por la negativa de Comey, el entonces asesor legal de la Casa Blanca, Alberto “Abu” Gonzales, y el jefe de despacho, Andrew Card, salieron en dirección del hospital para intentar obtener una firma de autorización de Ashcroft, quien yacía semi-inconsciente en cuidados intensivos bajo orden médica de no recibir visitas.

Advertido por la esposa de Ashcroft, Comey llegó primero al hospital con su personal y los agentes de seguridad del FBI que lo protegían. Su intención era evitar que Gonzales y Card ignoraran su negativa a re-autorizar el programa de espionaje y conminaran a un semi-inconsciente Ashcroft a firmar esta autorización.

El asunto llegó a un extremo tal que el director del FBI Robert Mueller, quien se encontraba también camino al hospital, ordenó por teléfono al jefe de seguridad de Comey que por ningún motivo permitiera que la gente de la Casa Blanca forzara a Comey a retirarse de la habitación.

Al final, fue el mismo Ashcroft quien en su semi-inconsciencia se negó firmemente a firmar ninguna autorización.

Según Comey, Gonzales y Card salieron furiosos de la habitación de regreso a la Casa Blanca.

Aparentemente la Casa Blanca continuó el programa de espionaje doméstico sin autorización por algunas semanas más antes de modificarlo en conformidad con la ley.

Sin duda alguna que como dicen muchos, la falta de respeto por la ley de Bu$hCo es tan grande que éstos funcionan más como una mafia que como un gobierno legítimo.

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