Ya el republicano Bob Ney había sido declarado culpable de corrupción, pero como que por fin se dio cuenta que era demasiado seguir en su puesto de "servicio público" así que renunció a su puesto en el Congreso, y no crean que admitió nada, su carta de renuncia tiene el descaro de decir lo siguiente:
"Habiendo completado todo el trabajo relevante en mi oficina en el Congreso, por la presente renuncio a la Cámara de Representantes de Estados Unidos",
No sabíamos que el tráfico de influencias era parte del "trabajo relevante" de los legisladores… o a lo mejor se refería a sus acciones para cambiarle el nombre de las papas fritas en la cafetería del Congreso a las famosas "papas de la libertad".
Igual no nos hará falta aquí en Washington.